viernes, 30 de mayo de 2014

El valor de las palabras.

Encontrándome en este punto de mi vida, se me da la casualidad de que en lugar de estudiar la geografía del precioso y extenso continente asiático para mi examen de mañana, me pongo a pensar en mis profesoras de lengua y en su insistencia en <<lo emocionante de la sintaxis>> (y es que enfrentándote con un texto de latín sobre el mito de Perseo, te das cuenta de la de conjunciones que se usan y que al final no sabes ni cómo meter en la dichosa traducción…)
 Así que mientras esquivo como puedo los pasos fronterizos, me encuentro divagando mientras miro fijamente las marcas que deja el bolígrafo azul sobre el papel.
Pero… Qué mejor que hacer mí entrada — por la puerta de atrás en este blog ya que llego con un retraso de semanas en el que he hecho de todo menos lo que debía, para desesperación de Sempiterno — dedicándole unas líneas a mis divagaciones nocturnas, y a algo que no solemos apreciar: el uso correcto del idioma.  

Los valores sintácticos y semánticos, esos que estudiamos en el colegio y que pensamos que no valen para nada y que se quedan en meros contenidos de un insulso examen —que solo nos sirve para mejorar o hundir esa maravillosa e inútil media— están presentes en cada uno de los momentos de nuestra vida diaria. Así pues no es lo mismo decir <<Un pobre hombre>> que <<Un hombre pobre>>, refiriéndonos en el primer caso a alguien desgraciado, y en el segundo a alguien con escaso poderío económico.
Habremos escuchado alguna vez eso de que una coma puede mantener una cabeza unida al cuello, cuando nuestros profesores de la maravillosa, increíble, especial,  fantástica y emocionante —…de verdad que lo digo sin acritud ninguna…— asignatura llamada lengua con sus apartados de análisis sintáctico,  nos contaban la historia de la coma salvavidas.  Una rayita en el papel nos puede separar del canibalismo, si cuando llamamos a nuestros retoños los domingos a las dos, decimos <<vamos a comer, niños>>, mientras que es fácil volverse un Hannibal Lecter en potencia si omitimos ese pequeño signo ortográfico. Podemos llamar a la diosa Fortuna y aclamar su benevolencia cuando hacemos esas frases en condicional o podemos tentar a las Parcas hablando de <<el sino>> de nuestra vida. Podemos darle la vuelta al mundo, expresando consecuencias como causas y viceversa, si nos zambullimos en una oración subordinada adverbial causal explicativa lógica (y su denominación, más complicada que escribir Schwarzenegger sin buscarlo en Google) diciendo eso de <<Llueve, porque la gente lleva paraguas>>.
Viviendo en la era de los 140 caracteres, a veces resulta una tarea compleja recordar la importancia de estas cosas —aunque se nos lleven los demonios cuando al escribir un twet nos pone eso de -1, y maldecimos los nueve infiernos por no encontrar algún sinónimo más corto. — Con el whatsapp y los teclados táctiles, muchas veces, por no decir todas como en mi caso, nos olvidamos de esas cositas que estudiamos en primaria llamadas tildes. Nos divorciamos de ¿ y de ¡, ahora convertidos en los marginados de la clase, y para algunos el punto y coma ha acabado de adorno en el teclado.  Por supuesto todavía queda esa gente a la que admiro y adoro, que no comete ningún fallo nunca y que escribe de manual.
Con esto realmente no pretendo decir nada. Absolutamente nada.  
Tal vez hacer un homenaje a un tesoro que las arenas del tiempo, parecen estar convirtiendo en leyenda:




3 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha gustado tu comentario acerca de la importancia de saber escribir correctamente, ya que escribir de manera correcta implica saber expresar las cosas correctamente, lo cual es una cualidad algo más que útil.
Por otra parte, (y esto es por sacar punta ,más que nada) ¿has considerado que es posible que el modo de escribir en redes sociales y espacios electrónicos no sea más que una expresión diafásica del lenguaje, más que una pérdida de su valor como agente de comunicación? Otra cosa es que la gente escriba en otros contextos usando esa misma variedad, lo cual ya si implicaría una desvalorización del lenguaje; al menos a mi juicio.
Pero, buena entrada, me ha gustado.

Anónimo dijo...

En primer lugar gracias por usar tu tiempo en leerme, es algo verdaderamente importante para mí. Tu comentario realmente abriría un debate largo e interesante sobre las redes sociales. La disminución del espacio de escritura, en algunos casos, ayuda a que los comentarios se vuelvan ingeniosos y abreviados, lo que lo convierte en algo merecedor de leerlo. Hay gente que en twitter (por poner un ejemplo de red social) es verdaderamente buena. El problema llega cuando esa disminución, en lugar de una motivación para escribir ‘‘bien’’, por denominarlo de alguna manera, se vuelve un quebradero de cabeza y la gente comienza con las faltas de ortografía (la gente y yo misma, no voy a ser hipócrita y a negarlo) y esas faltas, abreviaturas, neologismos…acaban usándose en, por ejemplo, exámenes. Tampoco quiero explanarme mucho, no al menos por aquí, si algún día las musas me inspiran, tal vez trate este tema en una entrada.
Te estoy verdaderamente agradecida por tu comentario.

Un beso

Unknown dijo...

Nada. Es verdad que el debate sería largo, pero al menos queda planteada la cuestión; aunque solo sea para pensar un rato.

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