miércoles, 4 de junio de 2014

Gajes del oficio.

Se escapan las palabras, trastabillando por el teclado. Los dedos no logran alcanzarlas, y cuando parece que una frase comienza a coger sentido y una imagen bella aparece en el papel, los puntos deciden ponerse en huelga y las comas montar una manifestación, las vocales cogen un día de asuntos propios y las consonantes montan una acampada. Finalmente el microrrelato queda desarmado por completo, y no da ni para escribir un monosílabo de tres letras con las que finalizarlo. Aunque por otra parte, como tampoco hay cómo empezarlo, no es un gran problema. 

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